El hará volver el corazón de los
padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que
venga yo y hiera la tierra con maldición. (Malaquías 4:6).
Somos
tan efímeros que no sabemos si tendremos
un mañana, o un luego para restaurar nuestra relación con nuestros seres
amados, con esos seres que fueron instrumento de Dios para darnos la vida.
Muchas
veces nos hemos preguntado acerca de por qué este mundo cada vez está más loco
y cómo es posible que ocurran cosas tan atroces como las que vemos en las
noticias o escuchamos en historias que
nos cuentan, también porque muchos
jóvenes ya no quieren formar hogar y muchas mujeres ya no quieren tener hijos.
También
escuchamos que cada día aumentan las cifras de divorcios, de niños en centros
de adopción y de relaciones intolerables entre padres e hijos, y lo anterior como
consecuencia de que nuestros corazones están cada día más lejos de nuestros
seres amados.
Pero de que nos sirve saber que las
cifras de divorcio, o de niños abandonados aumenta?, nos sirve para que veamos
en ellas un indicador de lo que hay en
nuestros corazones, de lo que cada día se vuelve más común en nuestra sociedad,
a pesar de que creemos que jamás nos podría tocar a nosotros, y de esta manera
podamos visualizar un futuro no muy
lejano, y saber que si no empezamos a actuar correctamente y a perdonarnos genuinamente unos a otros nuestra tierra será
un lugar desolado en el que no encontraremos paz ni siquiera dejando de
existir.
Como
podemos entender del versículo inicial
Dios nos habla de traer de nuevo a nosotros algo que se fue y es por eso que
Dios en su inmensa sabiduría al saber
que los seres humanos enfrentaríamos esas situaciones nos ha dejado
instrucciones claras al respecto en su palabra, instrucciones que hoy queremos
compartir contigo para que a través de su aplicabilidad nuestros seres amados
vuelvan a nuestros corazones y las familias sean restauradas y bendecidas.
1.
Honra a tu padre y a tu
madre para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da (Éxodo
20:12).
Hijos,
no importa como sean nuestros padres que han hecho o que no, no nos corresponde
a nosotros juzgarlos sino honrarlos a pesar de sus defectos o incluso a pesar
de sus ausencias ya que un día todos nos presentaremos ante el tribunal de Dios
y será él quien juzgue nuestros actos.
2. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos,
sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. (Efesios 6:4)
Padres, respetemos a nuestros hijos y
eduquémoslos con amor, recordemos que ellos son una reproducción de lo que
nosotros somos, y a su vez ellos lo serán con sus hijos, rompamos el esquema de
maltrato, violencia verbal o física y castiguemos con amor y autoridad a través
del buen ejemplo, instruyámoslos en el
camino del temor y amor a Dios, para que cuando sean grandes no se aparten de
él.
Entreguemos cada día a nuestros hijos
y a nuestros padres en las manos de Dios
a través de la oración y bendigámoslos declarando cosas positivas sobre sus
vidas, a pesar de que a veces no veamos esas virtudes en ellos.
NO
MIRES A TU HIJO O A TUS PADRES PENSANDO EN LO QUE AHORA SON, MIRALOS COMO DIOS
LOS VE Y COMO HARA CON ELLOS EN EL FUTURO.
Que maravilloso es vivir en paz poder
abrazar a nuestros seres amados, poder dar gracias a Dios cada día por la
inmensa alegría de tenerlos junto a nosotros a pesar de las dificultades.
Que
escoges hoy la bendición o la maldición?
La
maldición:
Rabia, intolerancia, falta de respeto a nuestros padres e hijos, desamor,
familias divididas y tristeza.
La
bendición:
reconciliación, perdón, respeto a nuestros padres e hijos, amor, familias
unidas a pesar de las dificultades y alegría.
No importa cómo fueron esas relaciones
antes, lo importante es que Dios puede restaurarlas a partir de hoy si tú se lo
permites.